Una manera eficaz de estimular el deseo sexual es usar las fantasías eróticas. Las fantasías son una manera eficaz para abrirnos a lo erótico, para cultivarnos en el arte del erotismo. Igual que aprendes a desempeñarte bien en tu trabajo, puedes aprender a tener un mayor deseo sexual. Porque tener deseo sexual se puede aprender y estimular.
Piensa en lo que ocurre cuando haces un amigo o amiga nuevos: aprendes qué le gusta, qué no le gusta, qué le hace reír, emocionarse… cuáles son sus sueños e ilusiones. De la misma manera puedes aprender qué te gusta a ti, incluyendo tus gustos y apetencias sexuales. Del mismo modo que haces preguntas a tus amistades y dialogas con ellas para conocerlas mejor, puedes mantener un diálogo interior para descubrir lo que te gusta y lo que no, qué cosas te apetece probar, qué necesitas para vivir plenamente tu sexualidad. Y esto es importante porque, al fin y al cabo, ¿por qué deseamos tener relaciones sexuales? Porque nos hacen sentir vivos. Nos hacen sentir bien, a gusto con nosotros mismos. Son fuente de bienestar y salud.
Como ya hemos comentado, el deseo sexual se puede aprender y estimular, y las fantasías pueden ayudar mucho a ello. Nos sirven para desarrollar nuestra “visión erótica”, es decir, para despertar nuestros sentidos y hacerlos más sensibles a los estímulos que nos pueden erotizar.
Muchas personas utilizan fantasías eróticas durante su adolescencia, pero dejan de tenerlas cuando se hacen mayores o cuando encuentran pareja. Esto es más habitual de lo que puede parecer. Muchas veces confundimos lo que es la fantasía y lo que es la realidad, y pensamos (erróneamente) que si tenemos fantasías eróticas estamos siendo, de alguna manera, desleales a nuestra pareja. Esta preocupación suele abordarnos si nuestras fantasías incluyen o involucran a otras personas que no son nuestra pareja. Nos preguntamos: ¿será que quiero tener relaciones con otras personas? ¿Ya no quiero a mi pareja? O bien: ¿me ocurre algo por tener estas fantasías tan raras?
Lo que quiero que quede claro es que lo que fantaseamos, el contenido de nuestras fantasías, no tiene por qué corresponderse con lo que deseamos en nuestra vida real, con lo que nos hace disfrutar en nuestras relaciones. Por ejemplo, hay personas que fantasean con tener relaciones sexuales en grupo, o se imaginan siendo forzadas a tener relaciones sexuales, o juegan con la idea de ver a su pareja teniéndo relaciones con otra persona, y disfrutan con ello, pero jamás permitirían que eso ocurriera en la realidad.
Fíjate en lo que acabo de decir: “juegan con la idea…” Las fantasías son eso, un juego. Una actividad lúdica que estimula nuestra imaginación y nos da placer.
Habitualmente nuestra cultura nos hace aprender a rechazar aquello que nos produce placer sexual fuera de unos determinados fines o prácticas, lo que hace que vivamos nuestras fantasías con culpa, a veces con sensaciones de vergüenza o pecado. Piensa que cultivando tus fantasías estás haciendo un acto de libertad, de alejamiento de los juicios moralistas en los que se nos ha educado y que nos impiden, muchas veces, desarrollarnos plenamente como personas y vivir nuestra sexualidad con naturalidad.
Recuerda cómo, de niños, solíamos pasar el día jugando. Al ir creciendo vamos dejando a un lado esa habilidad. Pero con las fantasías podemos retomar ese elemento de juego, que siempre es fuente de placer.
En definitiva, las fantasías nos ayudan a estimularnos eróticamente y, lejos de ser dañinas o alejarnos de nuestra pareja, nos permiten desarrollar nuestro erotismo a través de escenarios hipotéticos que pertenecen a nuestra intimidad, y que no tienen por qué responder a nuestras intenciones o deseos reales.
¿Cómo puedes fomentar tus fantasías eróticas? Hay estímulos externos que pueden ayudarte e inspirarte: libros, películas o música de carácter erótico pueden serte de gran utilidad.
Lecturas eróticas: Lee un libro de contenido erótico y señala las escenas que más te gusten y te motiven, cuándo hayas seleccionado esas escenas elige una y en una posición relajada, túmbate y piensa en ella. Luego puedes imaginarte a ti mismo de protagonista.
Sugerencias:
No necesita ser una historia elaborada, bastan unas breves imágenes (una cara, una escena…), puede ser romántico o sensual como una caricia tierna, un abrazo fuerte, descubre cuales son los pequeños detalles importantes que te motivan, el torso de tu pareja, cuando ésta llega al orgasmo...etc.
Este mismo proceso se puede llevar a cabo con diversos estímulos diferentes además de libros en función de las preferencias y de la capacidad imaginativa del paciente: películas (no tienen porqué ser pornográficas, con que incluyan escenas eróticas o sensuales serían suficiente, fotografías, chats eróticos...etc.)